¿Quién filmó La apertura de las reliquias de Sergio de Rádonezh – Вскрытие мощей Сергия Радонежского (1919)?

La verdad es que toda la historia es un poco rara. Es raro que los bolcheviques se dedicasen en plena guerra civil a abrir tumbas de monjes medievales. Es raro que Lenin insistiese en que lo filmasen. Y es raro también que dos directores como Kuleshov y Vertov discutiesen a cuál de los dos le corresponde el mérito de ser el responsable de la grabación. Eran tiempos extraños, pero a todo podemos encontrarle una explicación. Vamos a ello.

El 11 de abril de 1919 se abre la tumba-relicario que contiene los restos de Sergio de Radonezh en Sergiev-Posad, localidad al nordeste de Moscú. La pequeña ciudad -llamada Zagorsk durante la época soviética- es conocida fundamentalmente por encontrarse en ella el conjunto religioso de la Santísima Trinidad y San Sergio. Este monasterio es el centro espiritual de la iglesia ortodoxa rusa. Tiene el título de laura -лавра- es decir, forma parte de los monasterios más grandes y más importantes subordinados directamente al patriarca de Moscú. Ese día, una multitud se agolpa en el interior del templo y sus alrededores. Tropas del Ejército Rojo mantienen el orden ante el riesgo de revueltas. A las ocho de la tarde, tras retirar la cubierta de la tumba, un monje procede a retirar todos los ropajes que cubren los restos. En la cabecera y los pies, dos cámaras graban todo el proceso. Cuando por fin aparecen los restos, dos médicos certifican su estado. Se firma un protocolo de lo sucedido y así concluye la jornada.

¿A quién correspondían estos restos y por qué se manipulaban así? Sergio de Radonezh (Сергий Радонежский)— o Sergei Radonezhski fue un monje del siglo XIV creador de una regla monástica que se extendió por más de 400 monasterios en el centro y norte de Rusia. Para conocer más datos de su biografía os remito una vez más a la wikipedia, pero es mejor leerla en inglés o en ruso. Sergei era -y me temo que vuelve a ser por las visitas que he hecho en los últimos años a Sergiev Posad- uno de los santos más venerados por los creyentes ortodoxos. Se cuentan numerosas leyendas sobre su vida y ha sido fuente de inspiración para los artistas durante siglos. Como los rusos son así, no tenían bastante con un brazo incorrupto, como nosotros y Santa Teresa, así que se supone que, en su caso, al morir se conservó intacto el cuerpo entero. Así lo explica la página web de los ortodoxos en Estados Unidos con el estilo tan particular de este tipo de literatura:

Antes de comenzar la construcción del nuevo templo de la Trinidad Creadora de Vida en el lugar en el que se encontraba el antiguo de madera (que había sido consagrado el 25 de septiembre de 1412), San Sergio se apareció a cierto lego pío y le pidió que informase al higumen y a los hermanos: “¿Por qué me dejáis durante tanto tiempo en la tumba, cubierto por tierra y en el agua, que oprime mi cuerpo?” Durante la construcción de la catedral, cuando excavaron las zanjas para los cimientos, se descubrieron y se extrajeron las reliquias incorruptas de San Sergio. Todos quedaron admirados de que no sólo su cuerpo, sino también sus ropas estuviesen intactas, aunque había agua alrededor de la tumba. Ante una gran multitud de devotos y clérigos, y en presencia del hijo de Dmitry Donskoy, el príncipe de Zvenigorod Yuri Dmitrievich, las sagradas reliquias fueron sacadas de la tierra y colocadas temporalmente en la iglesia de madera de la Trinidad (en este lugar se encuentra ahora la iglesia del Descendimiento del Espíritu Sagrado). Con la consagración de la catedral de piedra de la Trinidad en 1426, las reliquias fueron transferidas a este lugar, donde permanecen“.

El texto no dice nada de su estado actual, así que cabría suponer que debería seguir presuntamente incorrupto. Ya podemos imaginarnos ahora por qué los bolcheviques tenían tanto interés en abrir la tumba y además grabarlo. Formaba parte de la campaña contra la religión y uno de los flancos más fáciles de ataque era mostrar que la creencia en la incorruptibilidad de los santos era una superstición. El 16 de febrero de 1919 el colegio del Comisariado del Pueblo de Justicia publica una resolución para la organización de la apertura de reliquias. El término empleado es ‘вскрытия’, que se puede traducir por apertura, pero también por desvelación o autopsia. He utilizado a lo largo de este texto la primera acepción porque me parece más neutra. En julio, el Consejo de Comisarios del Pueblo publica un edicto “Sobre la liquidación de las reliquias en toda Rusia”, con el objetivo de “liquidar completamente las reminiscencias de barbarie en el país, tales como el culto a cuerpos muertos”. Sólo en el período 1919—1920 se realizaron 63 aperturas de reliquias. En muchas ocasiones éstas fueron fotografiadas o filmadas. En los archivos del RGAKFD se conservan las filmaciones, en el período entre 1917 y 1921, de las de Aleksander Nevski en Petrogrado ( en 1917), Tikhon Zadonski y Sergei Radonezhski (1919) y Aleksander Nevski en la catedral de Troitski (1921).

En el caso concreto que nos ocupa, Lenin se interesó por el caso urgiendo a su cumplimiento. El 8 de abril VFKO decide la grabación de la “apertura de las reliquias de Sergei Radonezhski” por parte del comité de noticiarios. En la reunión del Sovnarkom -el consejo de ministros, vaya- del 12 de abril Lenin se puso al corriente mediante una nota de P.A. Krasikov de la apertura de las reliquias y de la preparación de una película sobre ello. Dio la orden escrita de velar para que esta película fuese mostrada lo antes posible en Moscú.

Ahora comienza la confusión. Siempre se ha considerado que junto a los operadores el director que acudió a la grabación fue Dziga Vertov. Sin embargo, dice Kuleshov en sus memorias:

Recuerdo la grabación del noticiario sobre la apertura de las reliquias de Sergei Radonezhski en Sergiev Posad. Yo lideraba la grabación como director. Había operadores que no querían ir a la grabación, probablemente, temerosos de una supuesta aparición en ella de una partida contrarrevolucionaria. Fuimos con el operador Zabozlaev y con nosotros vinieron fotógrafos e iluminadores con los aparatos.
Abrieron las reliquias clérigos de alto rango, en presencia de una multitud de creyentes. Junto a caros y pesados cobertores apareció la tumba, en la cual yacían huesos semideshechos y polvo. En la calavera estaban metidos trozos de periódicos, me parece que ‘Russki vedomosti’ de finales del siglo XIX, mostrando claramente que no hacía tanto que los monjes perturbaron la ‘inviolabilidad’ de las reliquias.” [A Kuleshov parece que le falló la memoria, en el protocolo que aparece al final de estas páginas no hay la menor referencia a un periódico]

Sigue una carta que recibió en 1965 de uno de los participantes que recordaba claramente el papel director de Kuleshov, y el texto termina así:

Los historiadores del cine a menudo atribuyen la dirección de la filmación de ‘La apertura de las reliquias de Sergei Radonezhski’ a Dziga Vertov. Es una idea equivocada que se pudo producir, quizá, porque, probablemente, Vertov pudo utilizar tomas de mi película como material de montaje en uno de sus trabajos.
Mi película sobre la apertura de las reliquias se mostró durante muchos años en el museo antirreligioso en Zagorsk” (50 лет в кино, p. 40-41)

Gromov, uno de los  biógrafos de Kuleshov nos dice que queda sólo un documento que permita averiguar la autoría: el certificado del mandato firmado por el jefe del departamento de noticias, Gardin, para el viaje. Dice así: “El Comité de Cine del Comisariado del Pueblo de Cine y Fotografía manda a los camaradas Vertov, Kuleshov, Tissé, Zabozlaev a Troitske-Sergiev Posad para la organización y producción de la grabación de la apertura de las reliquias de Sergei Radonezhski. La dirección de la grabación recae en el camarada Vertov“. El apellido Vertov en uno y otro caso está subrayado. Como vemos, no aclara nada ya que aparecen los dos nombres. Nadie sabe en realidad lo que pasó. En la filmografía publicada en el libro sobre Vertov Lines of resistance: Dziga Vertov and the twenties se dice que “existen evidencias de que Vertov no apareció. Pudo ser que Kuleshov supervisase la grabación y Vertov editase el material de Kuleshov, pero (como disputa el historiador del cine Nikolai Izvolov) es bastante improbable que un director como Kuleshov confiase a algún otro la edición de su grabación”.

Ante la pregunta, por tanto, que da título a esta entrada la respuesta es que no lo sabemos.  No es que importe demasiado, pero estas cosas siempre molestan cuando tienes que hacer listados de películas y las tienes que atribuir a uno u otro director. Ecuánimemente, pondré a los dos -con un interrogante, eso sí-. Tampoco es que la película tuviese un trabajo genial de dirección. Aunque sabemos por los testigos que había dos cámaras presentes, el fragmento que he podido ver, retransmitido por la cadena Kultura, presenta casi exclusivamente las imágenes de la cámara que se encontraba en la cabecera de la tumba, con algún plano de los fieles que se encontraban en la entrada del templo. Dura poco más de tres minutos y simplemente da fe de que, en efecto, el cuerpo no estaba incorrupto.

Aquí la tenéis y podéis juzgar por vosotros mismos:

Por si la queréis descargar os doy, como siempre, el enlace de rutracker.

Para terminar, me ha parecido interesante añadir el testimonio de un participante en la apertura que publicó sus impresiones en una revista del Comisariado de Justicia, que era el organismo que la había ordenado. Es por tanto una visión claramente antirreligiosa, pero la narración de los hechos parece ser bastante objetiva. He eliminado los fragmentos más puramente propagandísticos para aligerar la lectura. El texto completo -en ruso- se puede encontrar en una página de Skepsis.

EN LA APERTURA
(impresiones de un testigo)

I
Uno de los primeros milagreros, con una importancia que no se reduce a la de santo local, es indiscutiblemente Sergei Radonezhski, cuya estimación ya desde antaño se difundió por toda Rusia. Alrededor de este nombre histórico se construyó un culto religioso especial… A la laura de Troitsa-Sergeiev anualmente desde miles de verstas de distancia venían cientos de peregrinos, trayendo hasta aquí su crédula fe en el carácter imperecedero de las reliquias y, lo que es más importante para los monjes, sus últimos céntimos.
Creció una laura enorme. Desde la laura se extendió una amplia ola para el oscurecimiento de la conciencia del pueblo mediante “Libritos de Troitska”, “Flores del paraíso”, “Prados espirituales” y demás “literatura” monacal. Y si Sergei Radonezhski, según la noción de los clérigos, es un líder “nacional” patriótico, a su vez la carrera de la mayoría de los convencidos clérigos-monárquicos empezó precisamente en la lavra de Troitsa-Sergeiev, bajo el ala del famoso arch. Nikon o Fiodor Volokolamski. Los monjes en aquel monasterio, junto al “santo popular” no se cohibían por llevar la vida más licenciosa. La fama de sus “hazañas” en lo que a esto respecta se extendió mucho más allá de los confines de Moscú. En los hoteles monacales  se producía el más abominable libertinaje. Alrededor de la lavra se producían alborotos, corrían ríos de los más caros vinos extranjeros. Al servicio de los clérigos “del público más simple” estaban las tan famosas filas de tiendas y “blinerías”, que se extienden alrededor de todas las paredes de los monasterios.

En Sergiev no hay proletariado obrero, casi únicamente, el ciudadano simple, el kulak-comerciante, el dueño de un garito, etc., que sabe perfectamente que la existencia en el lugar del fetiche religioso, en forma de reliquias imperecederas, es útil no sólo para el poder del zar, no sólo para los popes y los monjes, sino para él “mercader-rapiñador”. De todas las formas posibles mantendrá la fama del “reverendísimo”, difundiendo entre los crédulos peregrinos habladurías de viejas cegatas como la más auténtica realidad.
-¡Se alimentan los santos! ¡Están vivos!- decía cualquier lugareño.
Tit Titich decía, naturalmente, la pura verdad.

II
La apertura de las reliquias, ya realizada por iniciativa de las masas trabajadoras en diversos confines de Rusia, alarmó seriamente a los habitantes del lugar. Los primeros en alarmarse, naturalmente, los monjes, a los que apoyan ahora los comerciantes.
-¡Defendamos al padre Sergio! ¡No humillaremos al santo!
Se utilizaron todos los medios posibles para no permitir “la apertura de las reliquias”.
Ya el 22 de marzo en el seminario de los monjes de Bartolomé del lugar se pronunció un sermón sobre la posibilidad de la apertura “de las milagrosas y muy curativas” reliquias de Sergio y junto con ello se invitó a los fieles a firmar una protesta contra la posibilidad de la apertura de las reliquias. Al día siguiente, el 23 de marzo, a la hora de los servicios matinales, en los mismos hieromónacos se pronunció un sermón devastador en el que se anunciaba la aparición en Rusia del “anticristo” (léase los bolcheviques). El predicador no olvidó recordar que “a Cristo ahora en Rusia lo crucifican por segunda vez”, y exhortó a todos los ciudadanos, de los más sencillos a los más importantes, a levantarse para una defensa activa de la fe ortodoxa ultrajada (léase  para el derrocamiento del régimen soviético).
En la laura de Sergiev en el momento de la apertura había cerca de 180 monjes.  Toda esta hueste de “cuervos negros”, con pocas excepciones, fue rápidamente movilizada para la recogida de firmas de protesta, el texto de la cual se tomó el trabajo de redactar uno de los profesores del seminario de Moscú. Los monjes la repartieron por todas las casas de Sergiev Posad y literalmente arrancaron firmas de gente ignorante.
La agitación de los elementos clericales y monárquicos de Sergiev Posad naturalmente enervó a la población.  Sobre la base de la ultrajante apertura de las reliquias se crearon multitud de milagrosas y las más inverosímiles leyendas.
La comisión para la conservación de los recuerdos del país que trabajaba en la laura, a pocos días de la apertura detuvo sus trabajos técnicos y de restauración.
El comité local actuó con extremada prudencia en el tema de la apertura de las reliquias.
Sin embargo la agitación de los clericales y en relación con ella la inquietud y excitación del estado de ánimo de las masas  obligó al comité local a actuar en relación a esto con pasos rápidos y enérgicos.
En el pleno del soviet se decidió definitivamente a favor de la apertura.
Es curioso destacar que entre los mismos monjes hubo algunos que deseaban sinceramente que se hiciese la apertura cuanto antes.
(…)

III
Mientras tanto, la protesta de la población de Sergeiev, en la que en 35 hojas los monjes consiguieron reunir cerca de 5.000 firmas, fue puesta a disposición del “santo” patriarca Tikhon.
Este último, al parecer, se sentía morir sólo con la posibilidad de la apertura de las reliquias de Sergei Radonezhski.
Comprendía perfectamente que si el último ‘pilar de la iglesia’  tenía un valor en toda Rusia y también estimación en toda Rusia por parte de los partidarios de la religión ortodoxa, por el contrario, la apertura de estas reliquias, el desenmascaramientos de este engaño que durante siglos se estratificó alrededor de esta tumba, no podía no tener también valor en toda Rusia en la disipación de la embriaguez de las masas populares ante la hipnosis religiosa y chovinista.
El patriarca Tikhon no podía, naturalmente, no conocer el enigma de la tumba misteriosa. Así, en 1917 se produjo un incendio junto al sepulcro. Entonces las reliquias se abrieron e incluso se llevaron al altar. También no demasiado tiempo atrás un fanático religioso sectario que negaba la incorruptibilidad y la fuerza milagrosa de las reliquias asestó en la cabeza del “santo” un golpe con un instrumento romo. Se formó un gran escándalo, que sin embargo pasó a lo más recóndito de la cancillería episcopal y sinodal. Sería extraño pensar que los poderes de la iglesia tras este inaudito acto ‘sacrílego’ no se interesasen en saber en realidad el daño producido sobre el cuerpo ‘incorrupto’ del santo por este golpe inesperado. Y sabemos que las reliquias fueron de nuevo abiertas y de nuevo certificadas.
El gobernador de la laura, el archimandrita Kronid en una reunión con el comisario de esa misma laura, el camarada Volkov, explicó cómo él, apartándose de todas las reglas ‘canónicas’, tras el incendio había abierto ‘los pies del santo’ y vio que yacían como los de un ‘vivo’.
Sin embargo los resultados de la apertura mostraron que de los huesos de las piernas faltaban precisamente los de los pies. Los monjes explicaron que este hecho era completamente natural, puesto que los huesos fueron enviados en calidad de “partículas de reliquias” a multitud de iglesias ortodoxas. Pero si esto es así, entonces los monjes debían saber que en realidad fueron enviados como reliquias incorruptas.
Es por tanto natural que el patriarca Tikhon, como por otra parte todos los obispos rusos, conocedor del secreto de las reliquias, tras los primeros rumores de las propuestas de apertura comenzara a mostrar indicios de extrema intranquilidad y confusión. En el Soviet de Comisarios del Pueblo juntamente con “la humilde protesta” de los habitantes de Sergiev fueron enviados algunas comunicaciones, en las que aparecía la posibilidad de agitación religiosa precisamente sobre la base de la apertura de las reliquias de Sergei Radonezhski, o dirigidas al poder soviético se escuchaban inequívocas amenazas del tipo, por ejemplo: “la apertura de las reliquias nos obliga a permanecer en pie en defensa del santo ultrajado y paternalmente proclamar al pueblo: hay que obedecer más a Dios que a los hombres”.

IV
La apertura de las reliquias comenzó un viernes, 11 de abril.
Era “Viernes de Lázaro” y por eso los penitentes eran más de los habituales. Por la mañana en las iglesias hubo una misa “anterior a la consagración”, después los monjes leyeron a los penitentes la regla, durante el día comenzaron las confesiones y así según los cálculos debería seguir hasta la noche.
En el consejo local se tomó la decisión de no entorpecer la libertad de las funciones del culto religioso, a pesar de la apertura de las reliquias y por eso este acto se decidió realizarlo a última hora de la tarde cuando en la iglesia en general no hubiese una acumulación especial de creyentes.
Durante el día vinieron campesinos del distrito con  viejas “creyentes”, pero no se les había confiado que el acto de apertura se iba a celebrar precisamente ese día. De las parroquias vecinas llegaron responsables eclesiásticos, llamados al comité local para “un asunto urgente”. A eso de las cinco en los pasillos del comité local comenzaron a aparecer sotanas, temerosamente apretadas contra la pared. Desde Vifania vino “en su caballo” el hieromónaco Porfirio, de Getsemaní, el hieromónaco Ionafan.
Se reunían en grupos y conversaban.
Entablaban entre sí conversaciones en voz baja, “secretas”, cuchicheos, con continuas miradas a los lados.
-Siente mi corazón, padre nuestro, que llegará la victoria de las reliquias -decía uno.
-¿Tú crees?- apuntaba otro.
-¡Seguro que abren!…
Me alejo, pero pocos minutos después, cuando de nuevo paso cerca de este mismo grupo, oigo una historia:
-También en N… abrieron las reliquias. Apareció uno de ellos, negro y terrible, con sombrero, con un cigarrillo en los dientes… cogió la cabeza del santo y preguntó a los cristianos: “Tú crees, pero yo…” y escupió en la santa carita del “santo”. Y cuando escupió,  cayó medio muerto…
-Quiera Dios que esta humillación no ocurra, -con callado horror dice otro, escupiendo a un lado y santiguándose de repente.- ¡Que el santo padre Sergei, realice un milagro con su gracia junto al sepulcro curativo!
(…)
En la habitación del presidium ya estaban todos presentes. Se terminan las últimas disposiciones. Llegaron los operadores del departamento de cinematografía y estudian el plano de la laura ante un mapa abierto.
Existía -aunque, en verdad, débil- la posibilidad de agitación religiosa. En vista de esto se movilizó una compañía de cadetes alojada en la laura. A las seis de la tarde  suenan las últimas campanas, en tono de advertencia, además en todas las puertas se situaron patrullas; había gente en las paredes de la laura.
A las seis de la tarde se cerraron las puertas, y esto sirvió de señal para los religiosos y para sus fanáticas mujeres. Se elevaron gritos y lamentaciones histéricas. La multitud visiblemente se hace más densa. De entre ellos y hacia los trabajadores soviéticos se escuchan amenazas y las blasfemias más tremendas; a veces incluso lanzan bolas de nieve sucia derretida.
En una palabra, del lado de la multitud se hace todo para provocar al poder soviético para que dispare y se derrame sangre innecesaria:
-¡Disparadnos, monstruos!
Pero los gallardos cadetes “hacen oídos sordos”. Y más allá los policías a caballo permanecen detrás de la multitud, evidentemente, sin ninguna intención de entrar en ella y dispersarla.
Hacia la laura se dirige un camión rojo con enormes “júpiteres” (focos) para la grabación cinematográfica. Se queda en el centro de la plaza en la nieve fangosa y blanda.
-¡Cañones!¡Cañones!-recorre la multitud.
(…)
Los operadores explican a la multitud el significado de “las máquinas raras” y ésta parece que se tranquiliza.
Para sorpresa de todos, algunos de la multitud comienzan a ayudar a los operadores a trasladar los “mecanismos del demonio”.
El incidente de los “júpiter” se termina. La multitud, al parecer, de nuevo comienza a aburrirse y a languidecer por la inactividad.
Aparece un peregrino.
Alza los brazos:
-¡Ortodoxos!…
Y entona con voz gangosa:
-Te satisfacemos…
La multitud continua la oración, entra en éxtasis religioso frenético. De nuevo comienzan los lloros, se escuchan las exclamaciones histéricas de las mujeres y  las lamentaciones campesinas, como las que se hacen por un difunto.
Pasan a la laura los miembros de comité local.

V
Cuando entré en la sala de actos del antiguo seminario, donde estaba prevista la reunión de todos los asistentes a la apertura, la sala estaba ya llena de gente.
Uno de los cadetes dirige la reunión sobre temas religiosos, explica a los campesinos el significado de la religión en el régimen de los zares, dice que la religión es peligrosa para los campesinos: “allá van las leyes donde quieren los reyes”.
Los campesinos escuchan en silencio, atentamente, de tanto en tanto se rascan la cabeza, el pelo cortado en círculo. Por lo visto, están decidiendo un tema fundamental, cardinal para ellos. Se siente que un cierto rasgo de duda mina la relación de “la epopeya de las reliquias”, las más profundas creencias religiosas y el no lejano entusiasmo religioso.
En la sala vecina hay un piano.
Un chico toca con un dedo la Marsellesa. Se reúne todo el grupo de campesinos. Escuchan. Y después de un minuto piden:
-¡Queremos la Internacional!
En ese momento en las puertas de entrada aparece la gruesa figura del archimandrita Kronid,  gobernador de la laura. En la sala hay un movimiento general.
Se mantiene en pie, apoyándose en el báculo y ante la declaración del presidente del comité local de que ahora se debe proceder a la apertura de las reliquias y de que esta apertura sería mejor que la realizase el mismo clero, puesto que el poder soviético desea únicamente comprobar la incorruptibilidad de las reliquias y de ninguna manera desea herir el sentimiento religioso, comienza a hablar con una voz tranquila, al parecer, con un discurso estudiado:
-Debo advertir que ninguno de vosotros sabe quién yace en el sepulcro del santo. Esto es un “misterio religioso”, en el cual nadie se atreve a penetrar, las reliquias nunca fueron verificadas desde el mismo momento de su cierre. Pero yo mismo y el padre…
-Y el padre… fuimos testigos de los más diversos milagros del sepulcro del santo. Exactamente hace ocho años en este santo viernes de Lázaro llegó arrastrándose hasta la tumba una mujer sin piernas, hizo una rogativa y de repente por toda la iglesia se produjo un crujido como de huesos humanos rotos. La mujer se levantó y salió de la iglesia completamente sana.
Miro la cara de los miembros del comité y de los campesinos. Apenas contienen las sonrisas.
Oigo junto a él:
-¡Otra vez estos cuentos!¡Que se calle!¿Quiere asustarnos?
-¿Pero no se niega, naturalmente, a abrir usted mismo las reliquias? -pregunta el presidente del comité local.
-Yo no puedo; Abrirá las reliquias el hieromónaco Ion, vicario de la laura.
-Sin embargo, ¿qué motiva su negativa?
Kronid calla durante un minuto, y después gravemente pronuncia:
-Por sentimiento moral no puedo… Me aterra…
-Pero, ¿y Ion?¿A él no le aterra?- insiste persistente el presidente.
-Ion debe cumplir mi orden “por obediencia”…
El archimandrita Kronid primero da la mano al presidente del comité local y luego, lentamente, desaparece de la sala.
(…)

VI
La catedral de Troitska estaba, como se suele decir, hasta los topes. Un mar de cabezas humanas. Las sotanas de los monjes se ahogaban entre grises capotes del Ejército Rojo y los sencillos abrigos campesinos. Muchas mujeres, “delegadas” por la multitud que permanece ahora “a la espera de un milagro” en las puertas del monasterio.
La tumba-relicario es sin duda un sitio incómodo para la apertura, situada en el rincón derecho de la catedral. Sobre la tumba arde toda una cinta de lámparas de plata y oro, cada una de las cuales tiene su historia, donada por uno u otro zar, zarina o, en caso extremo, por un gran príncipe. En enormes candeleros se extinguen las velas de los peregrinos.
En los dos lados de la tumba ya se han instalado los aparatos cinematográficos y alrededor de ellos trajinan los operadores. Los enormes “júpiteres” lanzan sobre la tumba misteriosa rayos brillantes y cegadores.
Junto a la tumba los protagonistas: el presidente del comité local, sus miembros, doctores, representantes del distrito. El hieromónaco Ion con la cruz de San Jorge sobre el pecho, antiguo marinero, ya vestido con la casulla. Dos diáconos con estolas azules cubiertas de pinturas agitan impacientemente los incensarios encendidos. En la profundidad, junto a las puertas principales de los zares,  se sitúan los monjes; delante de ellos, Kronid. Apoyado en su báculo de abad y con una mirada  sombría y siniestra.
Las 8 y 20 de la noche. El presidente del comité local ordena proceder a la apertura. Dos diáconos acercándose a Kronid elevan ante él los incensarios y pronuncian con voz profunda:
-¡Gloria al padre!
Después se acercan a la tumba-relicario realizando ante ella la reglamentaria incensación, tres veces por tres. Una vez incensado, se alejan.
A la tumba-relicario se acerca el hieromónaco Ion, se postra, realiza ante la tumba tres profundas reverencias y después saluda a Kronid.
Los monjes comienzan a cantar glorificando a Sergio, pero los interrumpe el presidente del comité local señalando que para este canto los monjes podían escoger otro momento más adecuado y que hasta la apertura de las reliquias los monjes habían tenido más tiempo del necesario.
Los monjes se desconciertan, la multitud por su parte lanza miradas irónicas. Todos comprenden que no era para la oración para lo que los monjes querían interpretar una serie de “cantos sagrados”, sino para una vez más demostrar ante la multitud su profunda religiosidad. Comienza la apertura. Omito los detalles, reflejados en el acta, a la que dirijo a los lectores curiosos.
De suerte que reliquias incorruptas, como se podía esperar, como resultado de la apertura, no se descubrieron. Un cráneo en estado deteriorado y huesos convertidos en polvo, algodón, un mechón de cabellos  de color castaño claro-rojizos, cuidadosamente envueltos en un papel encerado de un origen no muy lejano y en el cráneo una masa de polillas, larvas y mariposas,  fragmentos,  materia reducida a polvo de basta madera, he aquí todo el “enigma” de la tumba.
Todo demasiado sencillo, demasiado natural.
-¡No hay reliquias!¡Las reliquias se pudrieron!-el resumen de lo que se oye ahora en la multitud.
Las “creyentes” ya no lloran, no lanzan exclamaciones histéricas e incluso ya no se encolerizan con el poder soviético. Comprenden que no hay ninguna profanación, ni aún menos un “atentado a lo sagrado”. Sólo se extiende en toda su desnudez el engaño al pueblo de tantos siglos y ahora todos pueden verdaderamente comprobar aquello en lo que creían y adoraban durante muchos, muchos años.
Los monjes están confundidos y apabullados. Algunos permanecen de pie con caras blancas cerúleas, en las caras de otros, por el contrario, manchas rojizo-purpúreas. Busco los ojos de Kronid y me acerco a él.
Pregunto, tan fuerte como puedo:
-¿Esperaba estos resultados de la apertura?
-No, no los esperaba -responde claro y en voz alta.
El grupo de campesinos, de viejas “creyentes”:
-Si, corruptibles reliquias y con engaño sostuvimos esto! Sería mejor estar bajo tierra…
Salgo de la catedral. Junto a la puerta como antes, sigue la multitud. Ya no canta, no arde en éxtasis religioso. Ya conoce los resultados de la apertura de las reliquias, la ha golpeado como un trueno.
La multitud permanece en silencio y atenta. Forma una cola y pacientemente espera entrar a la laura.
Ya es la primera hora de la noche, pero en la plaza ante la laura se celebran mítines.   Lo forman grupos no muy grandes. Se escuchan ardientes y agitadas discusiones. La crisis religiosa se experimenta aquí, al parecer, con todo su dolor.
Yo escuchaba rumores de la gente por todas partes. Si en el momento de la apertura éstos giraban en torno a los milagros del “santo”, ahora, tras la apertura, cuando la niebla se disipa, estos rumores recordaban la vida anterior, alegre y libertina de los “padres santos”: cómo se enriquecían unos, cuáles mantenían amantes, cómo arrojaban de las torres del monasterio a las mujeres violadas, qué orgías se celebraban en Korsiukovka, cómo obsequiaban con “kvas del monasterio” a los distinguidos mercaderes procedentes de Moscú, cómo abrieron en los edificios de los hoteles del monasterio bodegas desde las que comerciaban en el mercado negro todas las noches.
Los representantes del distrito, que hasta la apertura en su relación con los temas religiosos no sentían, como se dice, “ni frío ni calor”, ahora, tras descubrir los restos, dirigieron una petición colectiva al comité local:
-¡Exigimos que las reliquias sean dejadas en su estado actual el mayor plazo posible. Nosotros se lo explicaremos a los campesinos. ¡Que vengan ellos mismos a verlo con sus propios ojos!
Esta petición fue satisfecha por el comité local.
(…)

PROTOCOLO DE LA APERTURA
(11 de abril de 1919)

Están presentes: el presidium y todos los miembros del comité local de Sergiev, el delegado del narkom de Justicia Galkin MV, el presidente del comité de la región Semenov M, el presidente del narkom de Sanidad Pública Loviagin, representantes de la organización de los comunistas en la región de Sergiev: Kazakevich, Godin, Zolotov, miembros de la comisión técnica para la apertura de reliquias: Shatagin, Tsimbarevich, representantes del distrito: Rogachevekova, Sofinskova, Khotkovekova y otros, los médicos: doctor de medicina Gvozdikski Iu. A. y doctor P.P. Popov, representantes del Ejército rojo, creyentes, miembros de las uniones profesionales, etc., etc.
Del clero: el gobernador de la laura de Sergeiev archimandrita Kronid, abad del monasterio de Vifanski, hieromónaco Porfirio, abades de los monasterios de Gefsimanski y Chernigovski, hierodiácono Sergei Bolshakov, de los cenobios los hieromónacos Ionafan, vicario de la laura Ion, tesoreros de la laura archimandritas Dosifei, archimandrita Apollos, muchos monjes de la laura.
A las 20 horas 50 min. el presidente del comité local de Sergiev, el camarada Vankhanen, pide al clero comenzar la apertura. El hieromónaco Ion comienza la apertura. Retira los mantos: verde, azul, negro, azul oscuro, un pequeño manto, uno negro de terciopelo. De la cabeza a los pies una banda negra-cinturón con borlas. Todo esto se pone a los pies en la tumba. Todos los cobertores bordados con cruces de oro y plata. Es visible un contorno que recuerda un cuerpo humano, cruzada en lo alto del pecho y en las rodillas una banda estrecha. El hieromónaco Ion extrae la figura junto al hegumen Ananiem. Quitan de la cabeza un saco negro, con cruces bordadas y sacan un velo. Desenrollan una cinta amarilla que aparece bajo este velo. La figura en azul cielo, la cabeza en negro. De la cabeza sacan un gorrito, en el cuello una cinta violeta, después azul cielo. El hieromónaco Ion corta las costuras en las piernas, descose con unas tijeras un saco en brocado azul cielo. Saca algodón lateral, corta las costuras, la figura se convierte en algo plano, de un espesor de cuatro dedos, saca el saco azul cielo descosido, bajo el cual aparece un tejido medio deshecho de color gris-marrón. Debajo un entablillado. Al quitar el gorrito de la cabeza se ve un cráneo humano, yaciendo parte en el entablillado parte en suspenso. Junto al cráneo a la derecha se ve la primera vértebra cervical. La longitud de la figura se corresponde a la de una persona de tamaño medio. Ion levanta un tejido reducido a cenizas… se desprende la mandíbula inferior. En ella siete dientes. A la izquierda del cráneo yacen dos vértebras cervicales. Se despliega la ropa reducida a polvo. Todo corroído por las polillas. Visibles cabellos de color rojizo, la correa de un cinturón, se levanta polvo. Visibles vértebras separadas, huesos de la pelvis, la tibia derecha, el fémur completo, los huesos del peroné se encuentran medio deshechos. Los doctores lo examinan todo. La impresión general del esqueleto es que se destruyó hace 500 años. El doctor Popov alza una caja negra y saca de ella cabellos de un matiz castaño claro-rojizo, sin canas, envueltos en un papel encerado de color amarillento. Reúne una masa de polillas muertas y la muestra a los presentes.
El doctor Gvozdinski dice que del antebrazo quedan partes  separadas reducidas a polvo. Todo se deshace. En la zona de la tablilla un mechón de pelo rojizo sin canas. En todas partes gran cantidad de polillas muertas, mariposas y larvas.  Según la declaración del doctor Popov, el cráneo se corresponde por su antigüedad a los huesos. En la región de la caja torácica yacen sin orden huesos de la mano. La ropa era de un basto paño campesino. Todo estaba atado en cruz con una correa del tipo de cordel, del espesor de un lápiz normal. Bajo estos restos de huesos yace una capa de vestidos reducidos a polvo.
El actual protocolo es leído por el camarada Shatagin a todos los presentes. No hay objeciones.

[Siguen las firmas de los presentes]

Publicado en la revista mensual del Comisariado de Justicia, Revolución e iglesia [«Революция и церковь»] №6-8 de Junio-Agosto de 1919